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jueves, 5 de abril de 2012

Dieciséis.

No, ÉL no es míster universo, ni siquiera míster mundo. Tampoco es que digamos el más maduro y respetuoso de la Tierra, el que nunca se ríe de la gente ni tampoco hace tonterías, no. ÉL no es así. ÉL es simple, sencillo, es el que un día me dijo te quiero y se me cayó el mundo encima. Es el que cuándo me sonríe el cielo se vuelve claro y los días felices, con el que las noches no son noches, con el que los días no son días. Es al que cada dos minutos hecho de menos. ÉL es la parte de mi que nadie conoce, es mi mayor secreto. ÉL es alguien en el que te puedes acurrucar cuándo llueva o cuándo tengas frío. No. Repito, no es míster mundo, no es ni siquiera muy alto y musculoso, ÉL es solamente la razón de mi sonrisa...

Quince.


La felicidad se mide en la cantidad de cosas estúpidas que haces, y te salen bien.

Catorce.

La Real Academia define la palabra IMPOSIBLE como "algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder" , y define IMPROBABLE como "algo inverosímil que no se funda en una razón prudente".
Puestos a escoger, a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad. Como a todo el mundo, supongo. La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza.

Que David ganara a Goliat era improbable, pero sucedió.
Un afroamericano habitando la Casa Blanca era improbable, pero sucedió.
Que los Varón Rojo volvieran a tocar juntos era improbable, pero también sucedió.
Nadal desbancando del número uno a Federer.
Una periodista convertida en princesa.
El 12-1 contra Malta.
El amor, las relaciones, los sentimientos.. no se fundan en una razón prudente. Por eso no me gusta hablar de cosas imposibles, si no de cosas improbables. Por que lo improbable es, por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase es que puede pasar.
Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.
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